Ahora estaremos cerca de la ignominiosa realidad: tenemos una Presidenta del Parlament en prisión.
Ahora la realidad se volverá cercana, corpórea, la cárcel no será un desierto con cámaras de televisión y alambre. Ahora las linternas se encenderán a miles entorno a los centros penitenciarios. Si para el 11 de setiembre ellas y ellos no están en sus casas, será alrededor de las prisiones donde deberíamos hacer la manifestación este año. Esto no es un acercamiento humanitario de los presos políticos. El traslado a las cárceles de la Generalitat es una orden del gobierno central: Debemos ser nosotros mismo quienes cuidemos de que nuestros políticos y activistas revoltosos estén encerrados a buen recaudo. No nacemos esclavos, nos esclavizan, pero hay quien cree que debemos comportarnos como el Tío Tom, esclavos serviles y sumisos que aceptan, por miedo, castigar a sus hermanos. Recordemos que las personas pueden convertirse en símbolos, a mí no me interesa la foto de la Carme Forcadell en una camiseta, para eso ya tengo la del Che por Andy Warhol, me interesa que sea libre. No