
Me levante abrí el balcón y mi boira estaba instalada en Balafia. Me estire y disfrute de esa densa cortina de agüita que debería despreciar por húmeda y obstructora de la visibilidad, pero que amo y añoro cuando estoy lejos y disfruto cuando estoy en Lleida. Ya todo el mudo sabe que viví siete años en Italia, allí no hay boira, hay nebbia , la del lago de Como , habrá otras pero yo no las conozco, hay muchas nebbie famosas en Italia, la de Modena por ejemplo, pero yo sólo sobreviví a la del Lago Lario, a la Padana, con bastante dignidad, aunque siempre esperaba Navidad para llegar aquí y gozar de mi boira. No sólo sobreviví a la nebbia y a la humedad comense, sino a una población eminentemente católica, a un estado que nunca, a veces ni aun cuando le conviene, separa el estado de la religión, religión que camina desde la húmeda y neblinosa Lombardía hasta la soleada Calabría donde las familias se reparan del sol de verano, a las 10 del domingo, dentro de las iglesias frescas y e...