Del revés.


"No escribas sin algo concreto que contar. Con eso, y la mente bien despierta, el folio o la pantalla en blanco son el más placentero campo de maniobra." Lorenzo Silva

Hoy no puedo hacerle caso a Lorenzo Silva, no tengo nada concreto que contar y mi mente no esta bien despierta, todo empezó el viernes.
Me cambiaron el día de trabajo y me quedo el viernes libre. Después de pasar cuatro horas intentando explicar a mis alumnos que es un estereotipo y cuáles son los mecanismos que los ponen en marcha, mientras me peleaba con mi ordenador que se negaba a pasar una peli demostrativa e intentaba terminar a tiempo para ir a buscar a mi retoño al basquet termino el jueves. Me dormí pensando en el maravilloso fin de semana largo que me esperaba.
El viernes por la mañana, a las ocho, apareció por casa el señor del mantenimiento de la caldera, saco del aparato una cajita electrónica y de mi bolsillo 200€, empezamos bien pensé, al menos tendré calefacción y agua caliente. Por la noche habíamos quedado con una compañera de partido en un bar para dar una charla sobre el derecho al voto de los inmigrantes . Mi hijo me acompaño, sólo por ver y me lo dejó claro, el fracaso de su madre como política, Cocacola como soborno para que me hiciera quedar bien. El chaval disfruto de mi pinchazo, no vino nadie. Empecé a rumiar si nuestras estrategias como grupo político eran las justas en lo que se refiere a la capacidad de convocatoria. Y lo que es peor empecé a rumiar sobre la xenofobia.
Mi sábado empezó en Mercadona, castañas, “buñuelitos” de almendras como llama mi retoño a los panellets y Cocacola, sin cafeína, para la tribu que se me presentaría a las seis de la tarde. A las siete había seis “ñiños” como dice Astor, en casa corriendo como energúmenos, comiendo y desparramando patatas fritas por toda mi sala. En fin a las once de la noche me dormí en el sofá mientras seguía rumiando sobre la xenofobia y sobre el pinchazo de nuestra convocatoria a los latinoamericanos.
El domingo con el cambio de hora me levante a las seis y media y como seguía obsesionada  sobre el tema del pinchazo me puse a cocinar, mi cocina es terapéutica, así que en casa sólo se come bien cuando ando medio rarita. Pasta fresca para toda la familia. Empecé a pensar que mi máquina de hacer la pasta ideada en Italia, fabricada en China, con motor coreano y que estaba funcionando con electricidad catalana era un poco como la sociedad: funcionaba por piezas y cada una por separado no puede hacer nada. Pero seguía preguntándome como podía unir las partes. A la una y media me llamo Sonia en plena crisis de histeria explicándome que uno de sus radiadores perdía agua. Mi padre, mi tía y yo nos desplazamos a ver cual era el problema. Solución: el martes llama al fontanero y ahora pone un cubo más grande debajo. No le cobramos el desplazamiento y a demás se vino a comer la pasta. A la tarde nos fuimos al al teatro a ver a la Mariví en el Tenorio, Astor e Iván hicieron lo posible para portarse bien y yo seguía rumiando sobre el porqué del individualismo de los inmigrantes latinoamericanos, comencé a echarme la culpa del fracaso, ¿Será que Sara y yo parecemos predicadoras de alguna religión extravagante? ¿O vendedoras de enciclopedias puerta a puerta? Como dice Sara ¿O por qué no uno de esos señores que te vienen a demostrar como funciona la nueva aspiradora “Exterminetor de ácaros 3000”?
El lunes no me podía levantar, estaba muerta de sueño, pensé que podría, después de comer, escribir mi blog sobre algo interesante, intente seguir el consejo de Lorenzo Silva y comenzar a concretar el tema. Hicimos los deberes de castellano y los de “medi” y yo que seguía pensando si debía, de una vez por todas, empezar a meterme con los inmigrantes. Paso 24 horas a la semana convenciendo a gente de que la sociedad de acogida debe proporcionar un buen medio a los recién llegados para facilitarles la integración, por primera vez empecé a pensar al revés, ¿no será que también nosotros los inmigrantes debemos comenzar a ejercer nuestros derechos, no será que quizás debemos dejar de lado nuestra educación basada en el “sálvese quien pueda” comenzar a unirnos y a informarnos sobre las posibilidades, por pocas que sean, que nos da la sociedad de acogida?
Cuando ya estaba preparada para ponerme a escribir me llama mi hijo desde el ascensor de casa de su amigo. Se había quedado encerrado en el transportador vertical. Pasé cuarenta minutos sudando hasta que encontraron la llave para sacarlo de allí. Y el chaval como si nada. Feliz de la vida. Y como me acaba de decir “para eso esta la vida, pa que te pasen estas cosas y ¿Cuánto te falta para apagar el ordenador?”



La canción es de León Gieco quién opina que "desahuciado esta el que tenga que vivir una cultura diferente", mentira podrida y a demás soy atea a Dios no le pido nada. Pero la canta Mercedez Sosa y la dignifica. 


Si esta entrada tiene más errores de ortografía que de costumbre es porque estoy en shock  postraumático.  

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