Confieso soy una inmigrante y de ICV.
"Es la época de la infelicidad balbuciente. No hay más sitio,
no hay más tiempo para los gestos gratuitos, para entender, para
aceptar al otro de la mirada excitante, proveniente de otro tiempo.
Al contrario, se echara sobre el inmigrado el peso del desasosiego y
de la crisis. No es una novedad. "Francia para los franceses"
es un grito que viene de lejos (...) Es casi una tradición: en cada
grave crisis económica se elevan voces que designan al extranjero
como responsable; sombra amenazante, cuerpo no considerado porque no
es reconocido, y sin embargo de cuerpo presente es ya culpable.
¿Culpable de qué exactamente? de ser de trabajar, de moverse con el
país en la mirada, con esos pocos fragmentos de vida que
quisieran ser los signos exteriores de una cultura" Thar Ben
Jelloun 1992: 16 (traducción propia)

Muchos de nosotros
vivimos sin derechos, muchos de nosotros no tenemos documentos, no
hacemos declaración de la renta, no vamos al medico por miedo a la
denuncia o no nos acercamos al “otro” vecino por miedo a molestar
o ser molestado. A muchos de nosotros nos echan a manguerasos de los
baldíos porque hacemos feo, nos traen en autobuses como ganado y así
nos venden en el mercado del trabajo. A muchos de nosotros no nos dan
documentos para poder trabajar. Somos sólo la herramienta para bajar el precio de la mano de obra y cuando conviene al capital los culpables de todos los males del mundo.
Muchos de nosotros,
cuando conseguimos cierta estabilidad, mandamos los hijitos al
colegio, allí se llenan las aulas de palabras y cartulinas, los
maestros y profesores no tiene otros recursos, de esos que se dicen
materiales. Esas palabras son valores vacíos de contenido, porque
cuando los hihjitos de algunos de nosotros llegan a casa se
encuentran con que han detenido a su papá porque no tenía
documentos, algunos de nuestros hijitos viven el miedo continuo a la
expulsión o a que papá se caiga de un andamio y acabe tirado en una
cuneta, tienen miedo a quedarse sin techo, a volver a casa y
encontrarse una familia a pedazos.
Muchos de nosotros
tenemos intereses, nos gustaría participar, pero tenemos miedo a
perder lo que hemos conseguido. Y muchos otros de nosotros
simplemente estamos más ocupados en poder sobrevivir, no hay tiempo
para participar en la vida política y asociativa del país cuando lo
que has de hacer es preocuparte por parar la olla, esquivar a la
policía, al racista de turno, aprender y aprehender una lengua nueva
o simplemente intentar no enfermarte porque en casa hay sólo uno que
puede trabajar.
¿Quién nos representará
en las próximas elecciones para cambiar todo esto? ¿Qué partido desde hace
mucho tiempo se preocupa por nosotros? ¿Qué partido piensa en la
falta de recursos de los maestros de las aulas de acogida? ¿Qué
partido pide albergues en condiciones y lugares de oración dignos? Y
sobre todo ¿Qué partido defendió el derecho fundamental del voto
inmigrante? Para mi fue sólo ICV.
Hay algo que fundamenta
las razones de vivir de los hombres y las mujeres que hemos llegado a
esta nación y es aspirar a poder competir por un puesto de trabajo
en iguales condiciones que los trabajadores europeos. Los
inmigrantes sabemos que estamos en crisis, hemos venido saliendo de
las nuestras, entendemos que significa la competencia por el trabajo,
por eso aspiramos a hacerlo en relación de igualdad, después de
todo la mayoría de nosotros a llegado a estas tierras porque fuimos
llamados por los empresarios y el Estado. No nos queda más remedio que volver a internacionalizar la
idea de proletariado, somos uno ni de casa ni de fuera, somos
trabajadores.
Muchos de nosotros somos
individualistas, nos fuimos buscando paz, tranquilidad, prosperidad,
no nos quedamos a luchar por sacar adelante nuestra propia tierra,
cansados, aturdidos, explotados y algunos hasta con hambre, pillamos
un avión que nos costo una deuda infinita, nos arriesgamos en una
patera, nos escondimos en el motor de un camión, sólo porque nos
habían regalado un sueño, un sueño de democracia y prosperidad, un
sueño regalado que ahora nos piden que devolvamos. Algunos aceptan
el regreso, con honor, por haber hecho todo lo posible en esta
tierra y por haber ayudado a la suya con sus remesas, pero muchos otros nos vamos a quedar porque esta es nuestra
casa, porque hace años que estamos contribuyendo a crearla, porque
cuando se elige una nueva familia se hace por amor y porque si no
somos objeto de racismo directo o indirecto o los paternalistas bien
intencionados no nos convierten en objetos televisivos y folclóricos,
algunos de nosotros ya no nos recordamos que somos inmigrantes.
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