Un pueblo con sangre en las venas.


Hoy Rajoy nos dirá cuatro gilipolleces. Nos tratará de tontos del culo, con perdón. Vamos que se hará el boludo, no creo que haga falta que traduzca ¿no?, después de todo quién de vosotros que se toma el trabajo de leerme sabe de donde vengo. Vengo de lejos, clandestina, pero resulta que hice un pacto de amor a Catalunya y por lo tanto, si alguno de vosotros quiere que me tome el tren, lo tenéis claro, lo dije al principio de esta estafa, yo me quedo. Y si me quedo asumo mi responsabilidad política. 
Hoy cuando Rajoy me tome el pelo a mi también, si, si, a mi también, para su desgracia soy ciudadana del Estado español, cuando acabe de tomarme el pelo, me cojera un ataque al hígado espantoso y no sólo por lo que caraplasma me diga, si no porque después de sus palabras no habrá un pueblo con sangre en las venas, un pueblo que tiene calor y no sale a la calle en masa, en masa digo, cojones, no cuatro con buena voluntad, a romperle los esquemas al gobierno, porque es agosto, porque hoy es el primer día de vacaciones de muchos u muchas y da pereza, porque hay muchos y muchas con miedo a quejarse y estimigtizarse en sus trabajos como revoltosos, otros que piensan que son una gota inútil en el océano de la barbarie, otros y otras porque son inmigrantes y viven con pánico u otros y otras porque están desempleados y ya les mato la resignación a convertirse en tercer mundo y otros y otras que han asumido que esto es normal, si, lo hay, espectadores incondicionales de Tele 5. Tengo la sensación de que debemos dejar de ser civilizados. Ya no podemos pensar en quedarnos en casa a cuidar y no perder lo que nos queda, el caso es que estamos pensando al revés, si no salimos perderemos lo que tenemos. Asumo también que no voy a todas las manis, ni a todas las asambleas, ni a todos los escraches, hago un mínimo. Un mínimo de cada uno de nosotros haría de esto un estado finalmente de derecho. 

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